Latam
21 /11 / 2016

Las máquinas se están enseñando a sí mismas

“Le hemos enseñado a las máquinas a que aprendan por sí mismas”, señala Jeff Kowalski, jefe de tecnología de Autodesk. Suena a amenaza, él dice que no, al contrario, nos ayudan a traspasar fronteras que nuestra mente no nos deja cruzar.

Miren a su alrededor, pide Jeff Kowalski, Jefe de Tecnología de Autodesk. Todo lo que ven es producto de una persona, de una idea y de una herramienta. En la historia, los humanos hemos demostrado tener este impulso por darle forma a nuestras ideas, recuerda el CTO de la empresa que se define como la fabricante de software para la gente que hace cosas.

“La tecnología nos ha dado el poder de convertir esas ideas en algo real”, dice Kowalski este martes por la mañana durante la inauguración oficial de Autodesk University, la reunión más importante de la empresa en el año.

Mientras aparecen en los monitores imágenes de autos y de pirámides, Kowalski dice que gracias al acero hemos evolucionado de edificios a elevadores. Las nuevas herramientas nos permitieron como humanidad crear nuevos edificios, más altos, más sólidos, más seguros, algunos rascacielos.

“Incluso las nuevas herramientas nos han permitido ir al cielo y regresar”, dice durante su presentación el encargado de tratar de descifrar el futuro para preparar a la empresa para estar vigente y seguir siendo una plataforma de creación.

Las herramientas que nos permitieron cumplir sueños, sin embargo, también han atorado nuestra imaginación. Hay muchos inventos aburridos. Reflejo de limitadas mentes.

El software hoy nos da herramientas para generar nuevos diseños, nuevas curvas, un nuevo lenguaje para los diseñadores, dice Kowalski.

En ese sentido, a unos metros de la sala en donde miles de personas escuchan su discurso, ingenieros están montando una exhibición de lo último que el software de esta empresa posibilita para todas las industrias creativas.

Por ejemplo, hay un espacio de Ford en donde con lentes y potentes computadoras de realidad virtual es posible meternos a otro mundo y diseñar el Mustang ideal. Es una especie de videojuego que, en realidad, sirve para que los ingenieros, diseñadores y mecánicos, jueguen con las posibilidades de autos prototipo que no llegan a ser de metal. Son imágenes que se quedan grabadas en una computadora, tan reales, que sustituyen el material tangible. Estos desarrollos, una vez perfeccionados con las herramientas imaginarias, se guardan en la memoria de computadoras de más de 12,000 dólares y se mandan a construir.

Los hombres que auxilian a los curiosos que prueban esta tecnología dicen que esto todavía es algo costoso para un pequeño negocio o taller, sin embargo, para empresas como Ford y otras que trabajan con estas herramientas, esta tecnología de realidad virtual representa muchos ahorros. No es necesario diseñar, mandar a hacer la pieza o el auto, y luego probar si sirve. Al estar en otro mundo, con un auto imaginario que puede volverse real ante la viabilidad del diseño generado por computadora, los costos se reducen a cero hasta antes de mandar a hacer el auto.

“La tecnología se convirtió en el filtro de nuestras ideas, el filtro por el que todas nuestras ideas pasan”, dice Kowalski. “Hoy poderosas tecnologías están surgiendo y convergen. Nos dan una ilimitada forma de expresarnos que nos ayudará a darle forma al futuro”.

A unos metros de ahí, por ejemplo, una pecera gigantesca guarda un brazo robot que imprime objetos diseñados en una máquina. A alta velocidad forma una especie de florero gigante, un jarrón de plástico que parece ser expulsado en el aire de un pedazo de fierro. Rápidamente la máquina expulsa una figura que con cada giro del brazo mecánico toma forma. Las vasijas cumplen con diseños raros y caprichosos que parecen salidos de una mente poco convencional. En realidad, muchos de los diseños son sugerencia de las máquinas.

“Estas máquinas nos ayudarán a amplificar nuestras ideas”, confía el Chief Technology Officer de Autodesk ante una audiencia de miles de expertos en la creación de edificios, autos, materiales para vestido y mil cosas más que nos rodean (se esperan al menos 10 mil asistentes).

Estas nuevas tecnologías están cambiando el futuro de los empleos y nos dan infinitas formas de expresarnos, reitera el pensador de Autodesk.

“Posiblemente la cosa más importante que está pasando en el software hoy en día es la inteligencia artificial y el aprendizaje de las máquinas”, dice Kowalski.

Recuerda que hace muchos años los humanos comenzamos a enseñarle a las máquinas a competir con la inteligencia de los seres de carne y hueso en videojuegos y juegos como ajedrez, pensados para intelectos superiores. Incluso Jeopardy.

Las máquinas comenzaron a razonar a través de algorítmos. Juegan Go, un sistema con opciones interminables. Las máquinas ya saben por qué hacen exactamente lo que hacen.

Las máquinas hoy pueden aprenderse un juego fácilmente y hacerse maestras del sistema y vencer a los humanos. Aprenden patrones y los repiten en busca de un resultado. Tienen pensamiento estratégico.

La rápida evolución del poder del cómputo ha ayudado. “Segundo, le hemos enseñado a las máquinas a que aprendan por sí mismas”, señala Kowalski.

Pone de ejemplo un juego de Atari, y recuerda que los humanos aprendimos a jugar estas historias repitiendo noche y día los caminos que nos marcaba el escritor del juego. Una computadora, que quiere maximizar su puntaje, aprende en una noche todo lo que debe saber para ser la experta en el juego. El tiempo de la computadora, el tiempo que usa para pensar, es diferente del de los humanos. Juegan miles de veces en paralelo en una misma noche.

Una vez que una máquina se hace maestra de ese juego, todas las máquinas se hacen maestras de ese juego. Comparten lo que saben.

“Las máquinas están traspasando barreras”, advierte Kowalski. Por ejemplo, la creatividad siempre se ha puesto como una invención del lado de la humanidad. Resulta que el poder del cómputo está generando su propia creatividad.

“Esto está haciendo que las computadoras se conviertan en socios creativos de los humanos. Cuando hablo de creatividad incluyo arte”.

Kowalski pone de ejemplo que hoy en día es posible que las máquinas aprendan en una noche, así como hacen con los videojuegos, a pintar. Que estudien a Rembrant y puedan pintar uno nuevo del maestro.

En Autodesk están trabajando con este tipo de tecnología. Meten los diseños a grandes bases de datos, detalles de pinturas, y los dejan disponibles para que las máquinas absorban la información. Que piensen en los patrones, los trazos y los movimientos, la personalidad del autor. Por ejemplo, pueden crear ya muebles.

A unos metros de ahí, hay sillas y tazones gigantes, y estructuras de autos, creadas por máquinas. Productos creados desde la mente de una máquina. “Generative Design”, dice, un término que implica no decirle a una computadora qué hacer, sino qué necesitamos y que genere una respuesta a la necesidad humana.

Por ejemplo, existe el caso de una mujer que tenía la necesidad de generar una silla cómoda y estéticamente bonita para los humanos. Metió sus requerimientos a una máquina llamada “atrapa sueños” y se hizo a un lado. Poco después tenía miles de opciones para elegir, sacadas de una mente que se generó alrededor de una experiencia acelerada en el diseño de muebles para humanos. Esa es una realidad ya (foto que acompaña la nota).

“Le decimos qué necesitamos en lugar de qué sabemos. Ellas pueden diseñar sillas cómodas y bonitas, por ejemplo”, reitera Kowalski. “Es real”.

Las máquinas están explorando miles de opciones con criterios que aprenden de nosotros. Nos ahorran tiempo, porque nos ayudan a generar cosas que tardaríamos años en crear, en un par de semanas.

“Las computadoras aumentan el talento natural, a eso le llamo expresión infinita”, dice el CTO de Autodesk. Y nos deja en la mente: “Las computadoras se están enseñando a sí mismas”.

Las clases en la Autodesk University comenzaron este 15 de noviembre, y acaban el jueves 17.

Mientras tanto, por los pasillos del Venetian, donde tiene lugar esta reunión de expertos en software, uno no sabe si los humanos aprenden de las máquinas o ellas los observan en silencio para seguir aprendiendo aceleradamente de nuestras necesidades y limitantes.