Impresión 3D: Reinventando la arquitectura
Cuando en 1983 el estadounidense especializado en óptica icónica Charles Hull diseñó el primer prototipo de impresora 3D seguramente no era consciente de que estaba sembrando la semilla de algo que algunos expertos se han atrevido a bautizar como la Tercera Revolución Industrial.
El primer elemento surgido a través de esta innovadora técnica fue una diminuta copa de plástico, una nimiedad comparada con las mastodónticas obras que desarrollan las actuales impresoras 3D, capaces de dar vida nuestras ideas más visionarias.
No son pocos los sectores que se han beneficiado de las virtudes de esta técnica. Los resultados más notorios se han logrado en diversos campos de la medicina, con prótesis e implantes que simulan con asombrosa realidad las funciones de nuestros órganos y articulaciones, aunque la arquitectura también ha sido testigo de la llegada de un nuevo paradigma que ha cambiado la manera de enfocar la construcción. El cambio más sustancial está vinculado a la producción, donde hemos pasado de un proceso cuasi-artesanal a poder tener una maqueta completa en cuestión de horas. Además, nuestro bolsillo también nota este cambio, ya que el costo se reduce a un cuarto de lo que supone diseñar una maqueta con las herramientas clásicas.
¿Veremos una arquitectura low cost y de baja calidad a causa de la impresión 3D? La nueva generación de arquitectos y diseñadores del siglo XXI, además de desmontar toda clase de prejuicios, ha demostrado que este instrumento es un valioso aliado para crear fascinantes y beneficiosas construcciones.
Construyendo sin límites
Lo que antaño parecía una quimera hoy en día es una realidad: podemos construir una casa gracias a la impresión 3D. Si bien es cierto que arquitectos e ingenieros se sumergieron en este campo confeccionando objetos de escaso tamaño y repercusión para sus respectivos proyectos, varias compañías fundamentan sus bocetos totalmente en 3D. Claro ejemplo de ello son las empresas chinas WinSun y ZhuoDa group, que en los últimos años han presentado casas construidas con tecnología 3D. La primera presentó en 2014 el primer conjunto de viviendas impresas con un material compuesto por fibra de vidrio y cemento cuyas láminas se imprimieron en cuestión de horas y a bajo coste. La segunda, en cambio, fue más allá y mostró un hogar de dos plantas creado a base de desechos agrícolas e industriales resistente a todo tipo de inclemencias meteorológicas.
Este sistema también ha permitido la creación de ideas que serpentean entre lo absurdo y la ciencia-ficción. El ingeniero Andrey Rudenko desarrolló durante dos años con sus propias manos una impresora 3D capaz de imprimir partes de grandes dimensiones en cemento que han dado como resultado un castillo de corte medieval que adorna de manera asombrosa el jardín de su casa. Menos romántico pero con mayor carga de ambición resulta el Museo del Futuro de Dubái, hogar de creaciones llamadas a cambiar nuestras vidas en las próximas décadas. El museo estará impreso en su gran mayoría en 3D y su coste estimado ronda los 500 millones de dólares.
Pero no debemos hacer ningún viaje exótico para ver las maravillas de la tecnología 3D en la arquitectura. En la construcción de la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona se ha apostado por el uso de estas impresoras debido a las múltiples ventajas que ofrecen en ahorro de tiempo y calidad de los materiales.
Materiales revolucionarios para diseños revolucionarios
Un edificio es mucho más que la fachada y el diseño que vemos a primera vista. La estructura y los materiales que lo componen tienen idéntica o mayor importancia que el aspecto visual y, como no podía ser de otra manera, también se han visto beneficiados por la impresión 3D.
Una de las grandes preocupaciones de constructores y arquitectos ha sido la seguridad de las casas edificadas mediante materiales impresos en 3D. En el presente decenio este aspecto se ha ido perfeccionando y se han logrado resultados más que satisfactorios de cara a movimientos sísmicos e incidencias climáticas. Uno de los proyectos más relevantes es Quake Column, una estructura diseñada para hacer frente a terremotos formado por bloques de ladrillos en 3D utilizando el cemento como material de impresión.
La nueva percepción de la arquitectura también toca al ladrillo, uno de sus pilares esenciales de la edificación desde hace décadas. Desde Holanda llega con intención de revolucionar el sector la iniciativa artesana Pixelstone, diminutos ladrillos de cerámica más baratos para producir que los convencionales y con compromiso ecológico debido a la escasa energía que requieren. ¿Quién decía que la impresión 3D no podía otorgarle un enfoque artístico, por ejemplo, a un bloque de oficinas?
También han proliferado las empresas que apuestan por reciclar residuos provenientes de la construcción y la industria para crear filamentos que serán utilizados por impresoras 3D. Actualmente en países subdesarrollados se han comenzado a construir bloques de casas que combinan partes impresas en 3D con hormigones especiales y fibra de vidrio. Además, la constante evolución de esta tecnología acelerará proyectos de esta índole.
¿La arquitectura en nuestra mano?
En pleno 2016 no es algo atípico disponer de una impresora 3D en nuestro hogar. Los software de diseño cada día son más sofisticados y las posibilidades de creación e impresión avanzan a pasos agigantados, siendo obsoleto lo que ayer creíamos que era lo más rompedor. Sí, podemos crear ejemplos de mobiliario para decorar nuestro hogar, pero pensar que con estas herramientas podemos jugar a ser arquitectos es, básicamente, un sinsentido. Dejando de lado que no disponemos de una parcela edificable para colocar nuestra casa imaginaria ni una impresora capaz de imprimir elementos de enormes dimensiones, hemos de valorar la rareza de la arquitectura, una disciplina compleja mucho más que una forma de aunar una visión artística con dilemas técnicos.