Latam
14 /09 / 2015

El gen innovador

Autodesk es una firma norteamericana muy conocida por su programa AutoCAD que ayuda a ingenieros, arquitectos y a profesionales del diseño técnico a plasmar sus proyectos en 2D y 3D.

A principios de la actual década, su fundador y director de estrategia de innovación, Bill O'Connor, tomó la iniciativa de poner en marcha lo que denominó The Innovation Genome Project. Su propósito ha sido desde entonces inventariar las creaciones más relevantes de la humanidad en los últimos 2,6 millones de años y analizarlas a fondo, con el objetivo de averiguar cuáles son los componentes genéticos, por decirlo así, de la mente innovadora, qué combinación de factores hace posible una ruptura creativa capaz de mejorar la sociedad y transformarla de modo que nunca más vuelva a ser la misma. Porque una invención sólo se convierte en innovación si se extiende más allá de su propia realidad. En una de sus últimas apariciones, O'Connor anunció que se había desentrañado el código genético de cerca de 400 innovaciones. Como está sucediendo con los avances en genómica, su intención y la de la comunidad que se ha ido construyendo en torno a su The Innovation Genome Project es ser capaces de hacer el camino de vuelta y llegar a la invención a partir de un mapa del tesoro cada vez más preciso.

La propuesta no deja de resultar controvertida y algo heterodoxa para una cultura tan poco propensa a la metafísica como la nuestra. Pero en EEUU sí funciona. En primer lugar, el método parte de un criterio de selección de innovaciones muy amplio, que O'Connor defiende con el argumento de que sólo incorporando hitos como la democracia o el cubismo se puede construir un discurso útil para la mayoría de la sociedad. Aparecen obviamente el fuego, el avión, los satélites, el telégrafo o el ADN, y junto a ellos el jazz, el alfabeto y Facebook. The Innovation Genome Project se dedica a estudiar una a una esas innovaciones para desentrañar el código genético de una creación.

Y han alcanzado ya un primer punto de llegada. Siete preguntas que, a juicio de O'Connor y su comunidad, enmarcan todo el espacio posible de la innovación. Se trata de que las empresas organicen sus equipos creativos y su estrategia en torno a ellas.

Son estas:
1. ¿Qué podemos mirar de un modo nuevo, o desde una nueva perspectiva?
2. ¿Qué podemos usar de un modo nuevo, o por primera vez?
3. ¿Qué podemos mover, cambiando su posición en el tiempo o en el espacio?
4. ¿Qué podemos interconectar de modo diferente, o por primera vez?
5. ¿Qué podemos alterar o cambiar, en término de diseño o de actividad?
6. ¿Qué podemos fabricar, creando algo que sea verdaderamente nuevo?
7. ¿Qué podemos imaginar para crear una gran experiencia para alguien?
 

En fin, The Innovation Genome Project no va a tener exactamente el mismo impacto que el trabajo sobre el genoma humano, pero sí apunta en una dirección acertada. Porque es necesario construir una cultura de la innovación, en el sentido ambicioso del término. Un soporte intelectual que sirva de base no ya para almubrar nuevos espacios de conquista, para lanzar más allá la línea del horizonte de lo posible, sino para proporcionar a los innovadores un sustrato en el que arraigar sus nuevas ideas y dotarlas de sentido. Mira a tu alrededor y pregúntate cuántas de las supuestas novedades que has adquirido con la pátina de innovación, lo son de verdad, cuántas van a transformar la sociedad para mejorarla.