Latam
25 /04 / 2019

Cinco cosas que el mundo de la construcción puede aprender de la segmentación digital de un cineasta

He aquí cinco cosas que los arquitectos del mundo de la construcción pueden aprender de la segmentación digital de los directores de cine.

Por Hilmar Koch para Redshift en Español
 
En el mundo del cine, los directores se sirven de tecnologías alucinantes y hordas de personas con talento para alimentar la chispa de una idea. El pipeline o segmentación digital divide en etapas interrelacionadas y bien definidas el proceso del trabajo de producción, desde ese primer momento en el que llega la inspiración hasta la edición final. En el mundo de la construcción, la visión del arquitecto se materializa a través de un proceso parecido, el BIM (o modelado de información). El mundo digital alberga infinidad de conocimientos para los creadores de ambos campos, pero hay unas cuantas lecciones sorprendentes que aprender de la segmentación digital que hace que mundos imaginarios cobren vida.
 
Mi antiguo jefe, George Lucas, creaba mundos tan fantásticos que era imposible hacerlos físicamente realidad en el set, por lo que confiaba en construir estas escenas digitalmente. Así pues, invitaba a sus actores a imaginarse que estaban en un planeta alienígena y, después, a pronunciar unas pocas líneas de gran peso dramático. A los actores se los veía claramente incómodos: tratar de invocar emoción y gravitas en un entorno estéril pone a prueba la imaginación hasta del mejor actor. Actuar delante de una pantalla verde no tiene nada que ver con los mundos fantásticos de las escenas una vez finalizadas. Para facilitar contexto, los cineastas necesitaban mostrar el aspecto que tendría el mundo tras la composición, pero en el propio set.
 
Hoy en día, los directores ya pueden desplegar ese mundo a tiempo real y visualizarlo en monitores, o meter a los actores de lleno en la escena gracias a cascos de realidad virtual (VR, por sus siglas en inglés). Todo el mundo puede conectarse al sistema, cosa que cambia mucho la dinámica.
 
Para el arquitecto que está trabajando en el concepto para un edificio, resulta esencial que otros puedan verlo y valorarlo en las primeras fases del proceso. Si los datos se dieran en tiempo real, un ingeniero podría hacer los cambios necesarios antes de que el diseño estuviera demasiado avanzado en el proceso de trabajo. Esa capacidad de reacción a tiempo real está aún en pañales, de modo que los arquitectos no ven las consecuencias de sus decisiones a medida que las van tomando. Cuando sea posible introducirse en un edificio digital a tiempo real, interactuando con componentes del resto de disciplinas, los arquitectos podrán tomar cruciales decisiones de diseño en fases anteriores del proceso.
 
He aquí cinco cosas que los arquitectos del mundo de la construcción pueden aprender de la segmentación digital de los directores de cine.

1. La segmentación digital pone las ideas en contexto

Los directores de cine a menudo crean un gemelo digital del mundo físico que están filmando, para poco a poco ir refinándolo hasta recrearlo por completo. La segmentación digital, que empieza con la previsualización de escenas y concluye con la composición de material filmado y efectos visuales (VFX), mantiene la perspectiva de todo el trabajo en curso. Cada detalle se elige teniendo en cuenta el contexto de la visión de conjunto y la forma en la que encajan todas las piezas.
 
Las ideas espontáneas o soluciones improvisadas tienen el potencial de trastocar todo el proceso. Sin embargo, la segmentación digital permite poner una situación concreta en contexto, ver todos los datos relacionados con el punto en el que se está tomando la decisión y hacer una elección bien fundamentada, comprendiendo el impacto de dicha elección en las fases siguientes. En el rodaje de una película, cuando una escena no funciona, puede suceder que un cambio improvisado de guion requiera que se reescriban escenas posteriores.
 
A los seres humanos se nos ocurren las mejores ideas cuando nos enfrentamos colaborativamente a desafíos y limitaciones. La función principal de un set de rodaje es capturar esa espontaneidad e ingenio. El director aprende del momento. Esto a su vez pasa a formar parte del archivo digital de rodaje, que sirve como única fuente de datos para el cineasta.
 
Si una empresa de construcción se las ve en obra con un problema, la solución no siempre se identifica como algo relevante que deba ponerse en conocimiento del arquitecto o la ingeniera. Si la constructora recopilara (sistemáticamente) todos estos datos en la fase de la segmentación que le corresponde, el proyecto digital facilitaría un contexto en el que tomar decisiones y sería más barato corregir los problemas. El acceso a una única fuente de datos que englobe distintas disciplinas crearía un proceso más fluido en el mundo de la construcción y abriría la puerta a que las máquinas pudieran aprender de las correcciones, así como asistir mejor a diseñadores e ingenieros.

2. Los flujos de trabajo en paralelo maximizan la colaboración

La colaboración entre disciplinas impulsa la creatividad. Los realizadores han ido más allá al maximizar este paralelismo. Con esto me refiero a que la colaboración empieza antes, dura más y se da globalmente, en un amplio espectro de disciplinas. Un animador puede trabajar con una diseñadora de iluminación, incluso aunque sus funciones disten mucho dentro de los canales de producción. En los flujos de trabajo paralelos, las ideas surgen y se desarrollan rápidamente. La información fluye en todas direcciones y hay un amplio margen de cambio. La producción se acelera a medida que más trabajadores colaboran al mismo tiempo.

3. La solución no es arreglarlo en postproducción

Una práctica del mundo del cine, famosa por ralentizar la producción y elevar los costes, es postergar las decisiones hasta la fase de postproducción. Se puede dar que los actores trabajando delante de pantallas oigan cosas como: «No sabemos si la nave espacial se choca contra este árbol o si se va a caer desde ese precipicio. Ya lo arreglaremos en postproducción». Pero esos directores tienen un problema: no tienen ni idea de cuánto costará arreglarlo y no pueden visualizar las opciones en el momento.
 
James Cameron, cuando dirigió Avatar en 2009, quería mirar por el objetivo de la cámara y ver el planeta Pandora y el pueblo de piel azul de los Na’vi como él se los imaginaba. Los primeros intentos, bastante rudimentarios, de visualizar este mundo imaginario con actores no salieron demasiado bien. Ahora, con cuatro secuelas actualmente en producción (de las cuales la primera se estrenará a finales de 2020), el director puede ver su mundo totalmente desarrollado y con los actores en contexto. Pueden tomarse decisiones creativas a tiempo real, basadas en los datos necesarios de la segmentación digital.
 
Lo mismo puede aplicarse al mundo de la construcción, en el que unas visualizaciones y acciones a tiempo real mejor definidas pueden permitir una toma de decisiones más temprana y evitar las ramificaciones de los retrasos en cuanto a tiempo y costes.

4. Clasificar los datos para poder utilizarlos

Los datos se acumulan a lo largo de un proyecto de gran envergadura —ya sea una franquicia de cuatro películas rodadas en rápida sucesión o un rascacielos altísimo que quepa en una sola manzana—. Los grandes cineastas han llegado a dominar la ciencia de la clasificación de datos, de modo que una plantilla global pueda crear, almacenar, encontrar, compartir y cambiar recursos. Es un sistema tan pormenorizado que el departamento de simulación de personajes es capaz de encontrar y eliminar una pestaña descarriada en la toma de una secuencia. La estandarización, puesta en común y seguimiento de las distintas versiones de todos los datos evitan la competitividad y las disputas sobre su autoría.
 
En el mundo de la construcción, la gestión de datos de producto (o PDM) mantiene la información actualizada bajo la atenta mirada de un gestor de BIM mientras colaboran los equipos del proyecto. Las empresas de construcción tienen menos experiencia en la identificación y clasificación de volúmenes de datos, con lo cual estos no resultan tan útiles. Pero el aprendizaje automático puede cambiar la situación.

5. Una nueva economía impulsada por datos

Si todos estos datos pueden capturarse y analizarse, el conocimiento resultante puede mejorar nuestra capacidad de predicción. El ingenio humano, propulsado por conocimiento obtenido a partir de datos, puede transformar la industria al aprovechar al máximo la segmentación de la producción y fomentar la creatividad. Los cineastas pueden empezar a competir en una economía de datos, en la que son estos los que impulsan la innovación y el cambio y, en definitiva, una mejor manera de contar historias.
 
En la industria de los efectos visuales, el estudio FuseFX ideó un diferenciador estratégico: una segmentación predictiva que permite flujos de trabajos más rápidos y creativos. En el mundo de la construcción, la red de fabricación bajo demanda de Xometry se ha adentrado en la era de la Industria 4.0, en la que la tecnología de aprendizaje automático empareja a los proveedores con sus clientes, incluido el tipo que construye atrezo para Hollywood. Este sistema inteligente y autónomo aporta plazos de ejecución más reducidos, mejores precios y una mayor capacidad. Las tecnologías avanzadas están trastocando la segmentación digital al introducir la inteligencia artificial en el proceso creativo humano para, de este modo, mejorarlo.